miércoles, 15 de octubre de 2025

De la ilusión al engaño.


Mis queridos lectores

Hoy vengo a contarles una historia de esas que pensé que nunca me iban a pasar a mí, porque soy muy prevenid​a, pero me pasó.

Yo estuve aproximadamente once años sola, sin una pareja. Si llegaban personas que solo querían pasar el rato, pero nada estable, y eso en momentos era demasiado desgastante. A veces sí quería tener una persona estable; en un tiempo me desesperé y empecé a buscar aplicaciones de chat para conocer personas, porque algunas chicas contaban que ahí les iba bien y conseguían pareja. Hasta contaban que les enviaban dinero o hasta se casaban y se iban a vivir con ellos a otros países.
Bueno, este no fue mi caso. Ponte cómodo(a), porque lo que se viene es una historia contada por pocos.

Estuve en varias páginas y, ahí la verdad, se conocen personas con costumbres y con gustos raros. Eran diferentes las conversaciones con cada persona. Algunos tocaba bloquearnos porque eran personas vulgares; otros, con los cuales se podía conversar muy normalmente; otros que buscaban temas sexuales, los cuales también eliminaba porque la verdad eso no era lo que buscaba. En últimas, eliminaba las aplicaciones porque no había nada. Sí me encontré con dos chicos de acá de Medellín, pero eso es otro nivel.
El primero con el que me encontré, desde que nos vimos los dos, nos dimos cuenta de que no había química y nos quedamos conversando un rato y nos fuimos. Con él tuvimos una buena amistad por un tiempo. El otro fue un contador, físicamente demasiado atractivo, pero con unas actitudes raras, como que el compañero de apartamento no lo dejaba salir o que no lo dejaba llevar a nadie al apartamento, o como que lo celaba. Entonces con él nunca más volví a hablar.

Me alejé un tiempo de estas páginas y volví a descargar otra, Tagged. Ahí pasó lo mismo que en las otras páginas: personas raras y eso. Hasta que conocí a un joven, físicamente bonito (según lo que veía en las fotos). Era un capitán del ejército. Hablamos muchas cosas, me gustaba lo que me decía, me trataba súper bien. En ese tiempo yo trabajaba en una empresa donde no podía entrar el celular, y no veía la hora de salir para poder hablar con él.
Nunca nos vimos por videollamada, solo eran mensajes, y las fotos que enviaba eran casi las mismas que habían en la aplicación. Al día de hoy no recuerdo el nombre. Me encariñé demasiado con él, ya quería conocerlo en persona. Pensaba que si por mensajes era lindo, como en persona iba a ser mucho mejor.

Empezamos a planear vernos, pero él no estaba en Medellín, entonces íbamos a esperar a que llegara para vernos. El día que llegó, me llamó y me dijo que no podíamos vernos porque tenía que salir a un operativo en Tolima; que les habían informado de unas caletas. Me dijo que no se demoraban mucho, por lo cual no podíamos vernos. Entonces, tocaba esperar un poco más. Se fue, y seguíamos hablando. Él me contaba cosas de cómo iba el operativo y me enviaba fotos. Pero las borraba, según el porque eran cosas muy delicadas.

En una de las conversaciones me dijo que él tenía ganas de sacar de esa plata, que igual cada quien sacaba su tajada, y que igual el gobierno se la robaba. Yo lo aconsejé, que tuviera cuidado con esas cosas para que no fuera a perder el trabajo. Él me decía que no, que nadie se iba a dar cuenta, y como él no podía sacar esa plata de allá, que le iba a decir a un sobrino para que fuera a buscarla, que la iba a dejar en el pueblo, y que le pagaba a alguien para que se la guardara. Él me envió fotos de canecas con dólares y otras con euros. Hasta me envió fotos de los paquetes que estaba armando para dejar guardados.

El sobrino se fue, pero en la carretera tuvo un problema con el carro. Él me contó y me dijo que estaba embalado, porque necesitaba prestado para arreglarlo, y me dijo que si tenía para que le prestara mientras él venía. Bueno, yo le presté, y no solo fue eso, sino que fueron más inconvenientes que tuvo. En total le presté $1.950.000. Cada vez que me pedía plata me decía que me lo iba a pagar con intereses. De esa plata que le presté, un millón era de una amiga que me los prestó. Él regresaba esa semana del operativo, y el sobrino llegaría unos días después.
Quedamos de vernos justo el día que llegó, y en la tarde me recogería en el trabajo. Ese día no logré trabajar bien de la ansiedad que tenía de verlo.

Salí de la empresa y empecé a mirar si lo veía, y no estaba. Lo esperé un rato y, como no llegaba, le escribí, y para mi sorpresa no entraban los mensajes. Ingresé a la página de Tagged, le escribí, y le entraron los mensajes, pero no me respondió. Y al momento me bloqueó. Ahí fue donde entendí que todo era una mentira y que me habían robado.
No supe qué hacer: si irme del lugar, porque de pronto llegaba a hacerme daño; si llorar, o si mejor morirme por lo ingenua que fui.

En conclusión, lloré desesperada durante varios días. Creanme, fue más la decepción por lo emocional, por todo lo que me enredó con sus palabras bonitas que por lo económico. Le conté a mi amiga, y de la ira que sentía por el engaño le decía a ella que si lo encontraba yo misma lo mataba con mis manos. Esa fue la primera vez que sentí ganas de matar a alguien.
Puse la denuncia en la fiscalía, pero no se consiguió nada. Estuve buscando a esa persona, y varios amigos me ayudaron, que tenían contactos en las fuerzas militares, a ver si existía, porque pensé que era una suplantación de identidad, y tampoco pude encontrarlo.

Ya pasaron varios años y ahora es solo un recuerdo, una historia de esas que te dejan muchas enseñanzas.

Aaa y a mí a amiga le pague el millón😁


Nos vemos en mi próxima historia....


martes, 14 de octubre de 2025

Y aqui sigo..


Y una vez más, todo se vuelve oscuro, pero esta vez es peor, porque todo está perdiendo sentido. Me siento tan cansada mental y emocionalmente que, después de tanto luchar, ya no quiero luchar más. En los últimos tiempos he tratado de buscar la cura y que todo pueda fluir de una manera tranquila, pero siempre pasa algo, y se siente como si la vida siempre me pusiera una zancadilla para que vuelva a caer. Y aquí estoy, hundiéndome un poco más en el fango de la depresión. No sé si soy una cobarde por no querer levantarme, pero estoy demasiado cansada.

Pasé años en trabajos donde no me sentía bien; donde solo iba por tener un salario para poder sobrevivir, porque los salarios que me ganaba solo daban para eso. Quise cambiar y le di un giro a mi vida, porque quería por fin estar en un trabajo donde no deseara que los días se acabaran rápido. Me puse a estudiar, y el primer semestre de este año fue súper bueno, porque disfruté de mi estudio y sentí que algo había mejorado en mi vida. Inicié prácticas y también fue rico aprender cosas nuevas; estaba súper motivada, estaba súper feliz. Pero se llegó el día en que la vida otra vez me puso una zancadilla, y justo me encuentro con malas personas en mi trabajo. Y vuelve y juega: estoy en un trabajo donde perdí la motivación. Ya se me hace difícil levantarme cada mañana, el insomnio volvió a hacer parte de mis noches, mi autoestima está peor que nunca, no tengo ganas de hablar con nadie, ya ni ganas de ir a estudiar me dan, cuando antes amaba madrugar los sábados.

Mi vida la he sentido como cuando estás en un río y nadas contra la corriente, o como una lucha de boxeo. Y hoy tengo tanto desánimo que quiero dejar que la corriente me lleve, o que ese boxeador contrincante me mate a golpes, porque ya no quiero luchar. Estoy tan cansada que ya nada me importa; solo quisiera dormir y nunca más volver a despertar, pero ni dormir puedo.

Es la 1:58 de la madrugada. Deseo que amanezca rápido porque el insomnio es horrible, porque mi mente no para de pensar. Pero a la vez no quiero que amanezca, porque no quiero ni moverme de la cama.

Tal vez mañana vuelva a intentarlo, pero hoy no tengo fuerzas ni ganas de prometerme nada.



sábado, 19 de julio de 2025

Mirarme con nuevos ojos


 Mis queridos lectores.

A veces me descubro mirando a los lados.Veo vidas que parecen más felices, cuerpos que parecen más perfectos, caminos que avanzan más rápido que el mío. Y sin darme cuenta, empiezo a restarme valor. Me olvido de lo que soy, de lo que he caminado, de lo que he sobrevivido.

Compararme se ha vuelto un hábito silencioso, de esos que no se notan, pero duelen. Es como cargar una lupa qué solo agranda los logros ajenos y minimiza los míos. Y así, poco a poco, me he ido creyendo que no soy suficiente, que voy tarde, que debería ser "más" o "mejor". Pero hoy... hoy me detengo.

Hoy decido mirarme con nuevos ojos. Recordarme que cada vida es distinta. Que yo tengo mis heridas, mis pausas, mis batallas, mis días buenos y mis días grises.

Que nada de eso me hace menos.

Que para los que otros parece fácil, para mí ha requerido fuerza y coraje.

Elijo soltar la comparación como quien suelta algo que ya no le sirve.
Elijo respetar mi proceso, incluso si va mas lento.
Elijo amarme sin medir mis pasos con la regla de otra persona.

Porque no vine al mundo a competir, vine a vivir. 
Y no quiero perderme mi historia por estar pendiente de la de los demás.        
  
Hoy empiezo a hablarme bonito. 
A reconocerme.
A ver lo que soy... y a dejar de buscarme en otros.


"No se trata de ser como nadie más, se trata de ser cada día más yo"


Hasta pronto.


jueves, 10 de julio de 2025

Salud mental: Un tema pendiente.



Mis queridos lectores.

Hoy no vengo a contarles una de mis historias, pero sí vengo a hablarles de un tema muy importante. 

 Durante años hemos aprendido a cuidar el cuerpo, a reconocer una fiebre, un dolor, una herida visible. Pero, ¿qué pasa con lo que no se ve? La mente también se cansa, también duele y también necesita atención. Hablar de salud mental no es una moda, es una necesidad. Aún existen silencios incómodos, prejuicios y miedos que hacen que muchas personas vivan sus batallas internas en soledad.                     

 En este nuevo capítulo de mi blog quiero que hablemos de lo que muchos no nos atrevemos a hablar por miedo a ser juzgados o a ser rechazados; quiero hablarles desde mi experiencia y desde lo que he aprendido en estos años. Porque la salud mental importa, porque todos, en algún momento, la hemos sentido tambalear.

 Las enfermedades mentales han existido siempre, pero en los últimos años han ido en aumento debido a temas como la pandemia, el estrés de la vida moderna, la genética (puede heredarse como cualquier otra enfermedad), los antecedentes familiares y los desequilibrios químicos en el cerebro. Esto último se refiere a que en el cerebro se pueden generar desequilibrios en los neurotransmisores, estos afectando la forma como el cerebro procesa la información, regula las emociones, estados de ánimo y comportamientos, de aquí la necesidad de ser medicados, para regular y equilibrar los neurotransmisores que no están funcionando correctamente.

"Los trastornos mentales son condiciones que afectan el pensamiento, las emociones y el comportamiento de una persona, impactando significativamente su bienestar y funcionamiento diario".

Existen diferentes tipos de trastornos mentales como la depresión, trastorno de ansiedad, trastorno de pánico, trastornos de la alimentación, trastorno de la personalidad, entre otros.

Muchos en algún momento de nuestra vida hemos vivido algún trastorno mental, unos más delicados que otros, sin quitarle la importancia que cada uno tiene; es solo que algunas personas sabemos manejarlo más que otras. Algunos trastornos son leves, otros moderados y algunos graves; incluso se ha descrito que una enfermedad mental puede ser más grave que un cáncer, ya que estos pueden llevar más fácil a la muerte y, tristemente, a una muerte causada por la misma persona al no soportar la presión que estos conllevan.

Hay personas que juzgan sin conocer lo que verdaderamente puede haber detrás de un trastorno mental; lo hacen ver como manipulaciones, que solo es algo inventado, o algunos más religiosos que lo juzgan como si fuera un pecado, pero en realidad las enfermedades mentales sí existen y unas son muy difíciles de sobrellevar, pero solo los que hemos conocido lo que se puede vivir y sentir podemos decir que de verdad existe.

Desde mi experiencia les voy a contar que se puede sentir con algunos trastornos.    

  • La depresión: es el hecho de estar pensando en cosas del pasado y esto genera tristeza, ganas de llorar, un vacío como si algo te faltara, cansancio físico, desinterés, no dormir bien, pérdida de apetito o, en caso contrario, aumento del apetito, pensamientos de culpa, muchos pensamientos sobre la muerte, pensamientos suicidas o intentos de suicidio.    
  • La ansiedad: es la que se genera por pensamientos y preocupaciones sobre el futuro; esta puede generar sensación de peligro, aumento del ritmo cardíaco, respiración acelerada, temblores, problemas para concentrarse, problemas de sueño, problemas gastrointestinales, nerviosismo, miedos.      
  • Ataques de pánico: este trastorno, por su parte, puede darse más en un momento de extremo estrés o debido a una experiencia traumática; este puede generar taquicardia, mareos, náuseas, temblores, sensación de ahogo, miedo intenso, sudoración.

Esto no es un invento, es una realidad de la que pocos se atreven a hablar y que se hace tan difícil poder encontrar una ayuda, un apoyo o un acompañamiento; en las entidades prestadores de salud no le han dado la importancia que se debe tener, un psicólogo, psiquiatra o terapeuta son un poco costoso y muchos no podemos pagar un tratamiento completo, quizas otros si tienen los recursos pero la salud mental para tratarla es dificil y en el camino pueden haber recaidas; esas que te hacen dudar si vale la pena el esfuerzo que estas haciendo porque no es solo el hecho del gasto económico sino también la lucha interna que se debe tener dia a dia; un amigo o amiga se alejan porque simplemente no saben que decirte y solo les generas miedo; y en la familia a veces es complicado hablar de este tema, aunque he conocido familias las cuales si les brindan apoyo a sus seres queridos que pasan por estos traumas. 

Esta es una enfermedad que no discrimina ni clase social, género ni edad; es una enfermedad que no necesita un motivo o un detonante, simplemente con que la mente empiece a rumear y a generar pensamientos negativos y repetitivos, ya te dan malestar y te pueden cambiar el estado de ánimo.

Mis queridos lectores, para los que viven o han vivido algún tema de salud mental y para los que no, quiero contarles que de este abismo del cual creemos no hay salida. Sí la hay; pero primero tenemos que empezar por aceptar que tenemos un problema, ya que si sufrimos esta enfermedad y si no la aceptamos es muy difícil tratarla. Segundo, es ser conscientes de que la cura la tenemos que buscar nosotros mismos, ya que no existe un milagro ni quien venga a rescatarnos, y por último, la constancia con las terapias o actividades que se propongan para mejorar esta condición.

 Dentro de las recomendaciones que les puedo dar está la meditación, que nos sirve para calmar la mente; esta no es ninguna práctica religiosa ni es lo que algunos dicen que es dejar la mente en blanco, es simplemente un ejercicio para estar conectado con el momento presente y ser consciente de los pensamientos que pasan por nuestra mente, o mindfulness, que es la práctica de prestar atención al momento presente sin juzgarlo. Estos dos son ejercicios de respiración, leer cualquier literatura que te guste, escribir, pintar, salir a la naturaleza, tener un grupo de apoyo. Les repito, esto no es fácil, pero pasito a pasito se puede lograr mucha mejoría; es un compromiso con uno mismo. A los familiares y amigos de una persona con alguno de estos trastornos les recomiendo ser muy pacientes y no invalidar la emoción de la otra persona; mejor les recomiendo escuchar sin juzgar y, si no sabes qué decir, no te preocupes, con un abrazo ayudas demasiado.

Como muchos temas, aún quedan muchas cosas por decir y mucho que explicarles, ya que es un tema muy largo, pero les resumí lo más importante. Solo me queda decirles que sean fuertes tanto los que pasan por esta situación como los familiares o amigos. Es algo difícil, pero sí se puede salir de esto y es algo que deja muchas enseñanzas.

Hablar de salud mental no es una debilidad, es un acto de valentía. Compartir lo que sentimos, pedir ayuda o simplemente reconocer que algo no está bien es el primer paso para sanar. Este capítulo es una invitación: a escucharnos, a cuidarnos y a entender que nuestra mente también merece atención, amor y descanso.

"A veces, el paso más importante es simplemente decir: hoy no estoy bien, y eso está bien".


Gracias por acompañarme en este espacio.💛💛💛

Nos leemos en el próximo capítulo.

miércoles, 18 de junio de 2025

Mamá: historia de una ausencia.

Mis queridos lectores.

Bienvenidos una vez más.


No todas las historias de madre e hija comienzan con abrazos. La mía empezó con un adiós silencioso, con una ausencia que aprendí a nombrar con los años. Esta es la historia de lo que no fue, de lo que esperé, de lo que me dolió... y de cómo aprendí a vivir con ese vacío que dejó su partida.

Nunca pedi nacer.

 Un dia una mujer decidió embarazarse; no sé qué la motivó a hacerlo, quizás muy en el fondo deseaba ser madre o solo quería amarrar a un hombre a su lado, no lo sé, solo sé que el motivo de querer ser madre no lo fue. Entonces, lo de amarrar a un hombre, quizás esa era la razón correcta, pero le falló: él solo se fue y a ella le faltó el coraje para quedarse a mi lado. ¿Cómo fue capaz de irse y no importarle esa personita que estuvo nueve meses en su vientre?. 

Muchas veces he pensado qué sentía ella cuando me tenia en su vientre, si me odiaba, si se arrepentía de tenerme ahí, si alguna vez me habló, si me cantó una canción o si al menos en algún momento me quiso, así solo fuera un poquito; pero creo que no, porque si me hubiera querido, se hubiera quedado o, si era necesario que se fuera, hubiera estado pendiente de mí y de mi bienestar.

Ella se fue, me dejó con mis abuelos y nunca volvió; ni preguntaba por mi. No la conocí hasta que tuve  veintitrés años, que mi papito me dijo que fuéramos al pueblo a conocerla. Fue muy triste cuando él me presentó y ella me saludó como si fuera cualquier vecina. Senti muchas ganas de devolverme, pero mis hermanos sí se emocionaron de que estuviera allá y fui a conocerlos. Esa fue la primer vez que la vi en toda mi vida, ya que no la recordaba cuando me abandonó porque solo tenía ocho meses de nacida.

He ido varias veces a visitarla, pero en realidad no hay una relación de madre e hija; para mí ella es como una tía, pero una tía muy lejana; una de esas tías con las que ni hablas. La diferencia es que no odiaría parecerme a esa tía lejana en cambio si odio parecerme a ella; incluso hay unos peinados que no me gustan porque me hacen verme más parecida, quizás mi obsesión por bajar de peso es para evitar eso, no parecerme a ella. 

En una de mis crisis de ansiedad le escribí y le reclamé que para qué me había tenido y ella me respondió que yo era una bendición. Le respondí que las bendiciones no se iban regalando por ahí. También me dijo que me amaba y le dije que el amor se demostraba y no solo se decia. No sé qué piense ella, si es que en algún momento piensa en mí o en alguno de los hijos que regalo, porque fuimos cuatro los hijos que regalo. Pienso que ni siquiera un enemigo podría hacerme tanto daño como el que me hizo ella. Lo único que puedo agradecerle es que me haya dejado con mis papitos porque ellos, dentro de sus capacidades, me dieron todo lo que pudieron: estudio, amor, apoyo; me enseñaron a ser lo que soy hoy como persona, y ellos me enseñaron muchos valores. No le agradezco que me haya dado la vida porque no se lo pedí, entonces eso no tengo que agradecérselo.

Hoy en día no tenemos ningún tipo de comunicación y no me nace tenerla. Estoy en un proceso de terapia para sanar y aprender a perdonar, no perdonar porque ella me lo haya pedido, sino perdonar para yo estar en paz y tranquila conmigo misma.

Me hubiera gustado tener esa amiga, confidente con la cual compratir muchas cosas, quien me peinara, con quien conversar, quien me ayudara a escoger la ropa que ponerme, quien me enseñara a cuidarme de las personas que quisieran hacerme daño, esa que me diera un abrazo al sentirme triste; me faltaron muchas cosas y quizás por eso aún no he podido sanar. 

Aunque su ausencia marcó mi camino, no definió mi destino. Aprendi a ser fuerte sin ella, y hoy escribo no para juzgarla, sino para liberar. Porque contar mi historia es una forma de seguir adelante.



       " a veces, la ausencia más profunda
 deja las huellas más fuertes...
            Pero también nos enseña a 
caminar con más valentía".




Nos vemos en mi proxima historia.




miércoles, 28 de mayo de 2025

Cómo viví su partida.

 

Mis queridos lectores...

Bienvenidos a mi primera historia, la más reciente en mi vida y la más dolorosa.

Nunca imaginé que el silencio de una casa pudiera doler tanto. Desde que mi papito se fue, cada rincón parece guardar su voz, su risa, su historia. Esta es la mía: la historia de cómo viví su partida. 

Mi prima y yo decidimos adelantar el Día de la madre para el 4 de mayo, ya que yo tenía algo que hacer el próximo fin de semana. Varias veces pensé en decirle que lo dejáramos para la fecha que era, pero algo me impulsaba a hacerlo el día 4. 

Ese domingo vi que mi papito estaba como enfermo, porque se la pasó la mayoría del tiempo en la cama, y él normalmente no era así. El domingo en la tarde me fui para donde mi novio, el lunes tuve una sensación muy extraña. Estaba con mi novio y de un momento a otro sentí como si no fuera él, como si fuera otra persona, y sentía un vacío como si él se hubiera muerto. En ese momento no le dije nada porque pensé que de pronto le iba a pasar algo. Tarde un rato en salir de esa sensación. 

El martes 6 de mayo, me llamó mi hermano para que bajara al hospital, ya que mi papito estaba muy enfermo. Entonces, para entrarlo por urgencias, ellos fueron adelantando mientras yo llegaba. cuando llegué, le pregunté "¿Qué tienes?" me dijo: "un dolor en el pecho que me sube por el cuello", y señalaba donde era el dolor. Cuando lo entraron al triaje, mi papito dijo qué síntomas tenía, y el doctor le pregunto que si había tenido gripa. Mi papito le dijo que hacía días le había dado, el doctor le dijo que parecía un espasmo por el cambio de clima o por la gripa que le había dado, y que le iba a dar una cita prioritaria. 

Fuimos a que nos dieran la cita y, mientras esperábamos él me miró y me dijo: "Mija, ¿y yo qué hago con este dolor? Yo me empecé a desesperar y no sabía qué hacer. Le escribí a mi prima para que me dijera dónde llevarlo por lo particular, y no me dijo nada. Dieron la cita prioritaria para el otro día a las 8:40 de la mañana. Le hablé a la mamá de mi primo, y ella me dijo: "En cualquier clínica que lo lleve, diga que es particular, y lo atienden". 

Fuimos al hospital más cercano que había, y nos dijeron que podía esperar hasta la cita prioritaria, que porque lo que tenía no era una urgencia y que los signos vitales estaban bien. Él le dijo que entonces qué tomaba para calmar el dolor. La doctora le dijo de unas pastillas, y nos vinimos para la casa. Él no comía y se la pasaba en la cama todo el tiempo. 

El 7 de mayo fuimos a la cita prioritaria. La doctora lo revisó y dijo que no era un espasmo, que le mandaría exámenes para descartar neumonía o fallas cardíacas. Le mandó exámenes de sangre, rayos x de tórax y electrocardiograma. Pero a la hora que salimos de la cita, solo alcanzamos a hacer los rayos x; los otros tocaban hacerlos al otro día. Otro día mas de dolor... 

A las 3:00 de la mañana del 8 de mayo me desperté y lo escuché quejándose del dolor. Me puse sin qué hacer, si irme a esa hora para urgencias o esperar para irnos para los exámenes. Decidí esperar, pero no pude dormir más. Fuimos a las 5:30 para los exámenes y, en el camino, le dije que hiciéramos los exámenes y nos quedáramos en urgencias. 

Mientras esperábamos la facturación, yo lo vi muy decaído y le pregunté que si estaba muy mal. Me dijo que era que no podía agacharse. Me miró y me dijo que estuviera pendiente de las citas de mi mamita y de los medicamentos. Pero yo en medio de mi negación, le dije que se iba a poner bien. 

Se hizo el examen de sangre, luego el electro, y la doctora que lo atendió lo llevó a urgencias. Él estaba tan mal que de una le hicieron el traje y el ingreso; incluso la remisión salió rápido. En un momento nos sacaron para la sala de espera y me dijo que saldría un ratico a tomar el sol, fueron los últimos rayos de sol que recibió. 

El doctor me dijo que el dolor que él tenía era por qué posiblemente estaba teniendo pequeños paros cardíacos. La ambulancia llegó rápido y, cuando lo estaban subiendo, alcance a ver que él estaba llorando, y eso me puso muy triste. Íbamos en la ambulancia, mi pensamiento y mi fe era que la primera vez que había estado en una ambulancia, volví a casa con la persona, que esta vez, tenía que volver a casa con mi papito. Llegamos al hospital y a él se lo llevaron para la habitación y yo me quedé haciendo el ingreso y ahí fue donde me enteré que lo ingresaban por infarto. En ese momento sentí un desespero muy grande, como ganas de salir corriendo y no parar. 

Al terminar el ingreso, me fui para la habitación y él estaba despierto y me decía que mirara lo que le habían puesto. Que eso era para qué, estaba consciente, nos pusimos a hablar cosas hasta que llegó el médico y nos dijo que él estaba muy grave, que había tenido un infarto el sábado en la noche y que debíamos haberlo llevado a más tardar el domingo, que ya era muy tarde y que iban a hacer un cateterismo para ver qué se podía salvar. Yo, al ver a mi papito tan consciente, solo pensaba qué daño le quedaría, mas no alcancé a pensar nada malo. El médico se fue, mi papito me miró y me dijo: “Vea esa bobadita y tan grave”. Y yo le dije: “¿Pa' por qué no nos dijiste desde el domingo?”. Y solo respondió: “¿Y yo qué iba a saber?”. Mi prima llegó y yo me fui. Ella se quedó con él durante el procedimiento del cateterismo. El procedimiento fue largo, pero salió bien, según dijo el médico: "que él había quedado con un corazón de quinceañero", que estaría en UCE el viernes, que el sábado posiblemente lo pasarían a habitación y que lo pondrían a caminar solito para ver cómo evolucionaba y que lunes o martes lo estarían dando de alta. Al escuchar esas palabras, me sentí muy tranquila porque el miedo me estaba invadiendo. Y esa noche no dejaron quedar a nadie con él. 

El viernes 9 de mayo fui muy temprano a estar con él; no quería que estuviera solo mientras pudiera tener compañía. Lo vi bien, estaba tranquilo, que ya no le dolía el pecho, pero que no podía moverse mucho. Nos pusimos a hablar, lo organizaron. Me dijo que le comprara un jugo con poquita azúcar y que le comprara uvas. Salí, compré las cosas, volví y él estaba tranquilo. No se comió las uvas, ni se tomó el jugo; llegó el almuerzo, empezó a comer y me dijo:  "Mija, venga al escondido y se come un poquito". Yo le dije: "No, pa' a mí no me gusta esa comida". Y me respondió: "Como Claudia se come todo". Nos reímos y terminó de comerse todo; lo ayudé a cepillarse y se recostó. Llegó el cardiólogo, me dijo que lo veía muy bien y que posiblemente el lunes o martes le daba de alta. ¡Qué felicidad! 

Mi hermano llegó y yo iba a bajar para que él subiera y, como vi que había ingresado, me quedé. Entramos a la habitación y lo vi pálido y como cansado y mi hermano me dijo que yo por qué le decía que estaba bien, que él lo veía mal. Lo despertamos y nos dijo que se sentía ahogado para respirar. Llamamos a la enfermera y ella fue a llamar a la jefe; mientras él se puso más pálido y empezó con náuseas hasta que se vomitó. Mi hermano se tenía que ir y, al despedirse de mi papito, él le dijo: "Mijo, si me pasa algo...". Nadie sabe lo que sentí en ese momento. La doctora me dijo que le iban a cambiar el oxígeno por una mascarilla para ver si saturaba mejor. Se la cambiaron y me mandaron a buscar unas ampollas para aplicarle porque tenía líquido en los pulmones y necesitaban que se le desinflamaran rápido. 

Volví de la farmacia y me dijeron que la mascarilla no estaba sirviendo, que iba a tocar entubarlo y yo no reaccioné bien porque pienso que siempre que hacen ese procedimiento, los pacientes mueren. Entonces el doctor despertó a mi papito y le preguntó: ¿Usted qué piensa de la entubación? Él respondió: "Hagan lo que tengan que hacer". Esas fueron las últimas palabras que le escuché decir. Si hubiera sabido que después de ese momento él nunca iba a volver a despertar, le hubiera dicho a los médicos que me dejaran hablar con él antes de sedarlo. Se demoraron 1 hora y media en el proceso de entubación, me dejaron verlo y fue muy difícil verlo de esa manera. Le pregunté a la enfermera que cuánto estaría así y ella me dijo que había que esperar cómo iba evolucionando. También le dije si me dejaba quedar con él esa noche y me dijo que no podía quedarme. 

Me vine para mi casa, comí algo porque no había comido más que unas papas y, terminando de comer, me llamó mi hermano a decirme que nos teníamos que ir para el hospital porque mi papito se había puesto muy mal. Otra vez esa sensación de salir corriendo y no parar me dio. Fuimos a la clínica varios familiares; solo entramos mi prima y yo. El doctor salió y nos dijo que el corazoncito no quería responder ni a los medicamentos ni a los procedimientos que le habían hecho y que solo le daban una hora de vida. "Qué dolor tan grande y esa angustia de querer hacer algo para no dejarlo ir, pero no había nada que hacer". No podíamos entrar a despedirnos porque estaba en quirófano. Al rato decidieron llevarlo a la habitación de UCI donde estaba y ahí sí nos dejaron subir a despedirnos y llevamos a mi mamita para que se despidiera de él. Sentí como mi corazón se partió en mil pedazos de verla a ella como lo cogía y le decía que por qué la iba a dejar sola. 

Pasó la hora y él seguía ahí luchando; dependíamos de que la presión se le controlara. Era la lucha de él y la lucha de nosotros porque ese monitor mostrara que todo iba bien. En la madrugada del 10 de mayo, al ver que él medio seguía y con la fe de que se iba a recuperar, me vine para la casa con mi mamita para dormir, así fuera media hora, para poder ir a clases que tenía evaluaciones y luego volverme a ir a cuidarlo. No dormí nada, pero aun así fui a clase y cuando estaba en la mitad de la primera evaluación, mi prima me escribió para que fuera rápido a despedirme, que lo iban a desconectar porque él estaba ahí; era por los aparatos que tenía conectados. Casi todos alcanzamos a llegar a tiempo para despedirnos, pero yo lo miraba y solo pensaba en por qué las cosas tenían que pasar así y que no quería que muriera. 

A las 11:20 de la mañana del 10 de mayo fue declarado muerto. 

Su ausencia duele demasiado, hay algunos momentos donde hallo tranquilidad, y es porque pienso que él en cualquier momento va a llegar, pero cuando vuelvo a la realidad y sé que él nunca volverá, la vida me duele, siento ganas de salir corriendo y nunca más volver. Hay otros momentos en que siento que quiero ir a buscarlo, pero ¿dónde? 

Siento mucho dolor porque él fue mi papá, ese que nunca tuve; fue mi compañía durante 35 años de mi vida, era quien me cuidaba. Todos me dicen que tengo que ser fuerte, pero nadie entiende lo que siento, lo que pienso. Nadie entiende que fui yo la persona que estuvo con él en sus últimos días de vida y que esos días los tengo grabados en mi memoria como un tatuaje y que al revivirlos siento que no puedo más... 

A veces me pregunto por qué la vida nos pone en el lugar de ser testigos de lo más frágil, de lo más humano. quizás fue una forma de regalo doloroso; poder acompañarlo, estar allí cuando la vida comenzaba a apagarse, sostener su mano sin decir demasiado, solo estando. 

Esos cinco días no se irán jamás. no solo porqué fueron intensos y duros, sino porqué en ellos se selló algo que va más allá del dolor: el amor en su forma más pura. lo acompañé como pude, con miedo, con rabia, con impotencia. Pero también con amor y con presencia. 

Y aunque me pidan que sea fuerte, la verdad es que no quiero serlo todo el tiempo. A vece solo quiero llorarlo, recordarlo, dejar que su ausencia me duela como prueba de lo mucho que significó para mí. Porque amar así también duele, y eso no es debilidad, es humanidad.

 

"A veces, los corazones no resisten... pero el amor que dejaron sigue latiendo en los nuestros".💔 

 

 

 

Nos vemos en mi próxima historia.

 

 

 

 


viernes, 23 de mayo de 2025

Lo que soy.




Mis queridos lectores...

Nuevamente, bienvenidos.

 "Lo que soy no se resume en un solo adjetivo. Soy el resultado de las experiencias, aciertos, errores y momentos que me marcaron..." 

No siempre es fácil mirar atrás. A veces, la memoria duele. Pero también es ahí donde empiezan las historias que nos hacen quienes somos. Yo nací en Anorí, un pequeño pueblo de Antioquia, pero fue Medellín quien me vio crecer.

Mi papá no me reconoció; algunos dicen que me negó porque era negrita (y a mí cómo me encanta mi color de piel), otros decían que mi mamá no le permitió estar conmigo. Aún no me queda claro el motivo; mi mamá se fue y me dejó con mis abuelos de ocho meses de nacida y nunca volvió. Solo hasta adulta que la conocí porque fui a buscarla; ella nunca me volvió a buscar. 

A pesar de haber crecido sin unos padres, siempre tuve un hogar con mis abuelos y con mi primo que también abandonaron, y crecimos como hermanos. Tengo muchos hermanos hombres porque soy la única mujer, tanto por parte de mi papá como de mi mamá, pero a ellos no los conozco bien y no tenemos ese cariño de hermanos.

Estudié primaria y bachillerato; aunque el bachillerato no lo terminé en la jornada normal y con mis amigas, por circunstancias de la vida que después les contaré, terminé 11° validándolo (los domingos). Hice una técnica en hotelería y turismo, pero solo fue por tener una técnica; también hice una técnica en auxiliar contable y financiero para cambiar de profesión, pero seguí en lo mismo. En realidad, esos estudios no me apasionaron; ahora es que estoy estudiando lo que me gusta y es una técnica más, pero para mí es la verdadera técnica porque me la estoy disfrutando al 100%, y hacer lo que a uno le gusta no tiene precio.

Jumm, y ni qué les digo de mi vida laboral: llevo más de diez años trabajando en lo que no me gusta, haciendo cosas solo porque toca hacer dinero para sobrevivir, y les digo la verdad, ya me cansé de hacer lo que no me gusta. Por eso este año decidí no estar donde no quiero estar, aunque a veces me siento algo vieja y que he perdido mucho tiempo en cosas que no me gustan, pero ¿quién me puede decir que no estoy a tiempo de disfrutar de la vida? Así sea con caja de dientes, la vida se disfruta hasta lo último.

Bueno, ustedes dirán que con lo que escribí anteriormente que soy la mujer más positiva y alegre; mis lectores, ¡no! Soy una persona que fue diagnosticada con ataques de pánico, claro que pienso que es un mal diagnóstico, más bien yo creería que es depresión y ansiedad. Ya he mejorado mucho, pero todavía algunos días se me vuelven grises, pero eso no quiere decir que no le vea todos los colores a la vida.

Soy una persona con muchas fortalezas, con algunas debilidades, con miedos, creyente de Dios, más no de las religiones; me encanta aprender sobre la espiritualidad, el reiki, los ángeles; me gusta meditar, leer, escribir, escuchar música, salir de paseo.

Mis lectores, esta es una pequeña biografía de mí; aunque hay mucho por compartir, les quiero contar mi historia no por nostalgia, sino por respeto a lo que he vivido. Porque hablar es sanar, y escribir es recordar que sigo aquí y sigo de pie.

Mis queridos lectores, gracias por leerme y acompañarme en este pedacito de mí. Esto apenas comienza, no te pierdas el próximo blog... ¡viene más de lo bueno!


Nos vemos por aquí. 





 

De la ilusión al engaño.

Mis queridos lectores Hoy vengo a contarles una historia de esas que pensé que nunca me iban a pasar a mí, porque soy muy prevenid​a, pero ...